El llamado Palacio de las vacas fue construido a finales del siglo XIX y lo terminaron oficialmente en 1910. El primer dueño, don Segundo Díaz, transformó el edificio en una casa extraordinaria y excepcional de Guadalajara, de estilo ecléctico, mezcla entre arquitectura morisca y estilo europeo. La casa, en el entonces conocido como “Paseo filipense” por sus construcciones exclusivas, se extendió de la parte de atrás hasta la calle Reforma, y contó con 24 cuartos, 10 baños, dos comedores, cuatro patios y una capilla.
Segundo Díaz encargó a Xavier Guerrero (maestro de los muralistas José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera), pintar 400 metros de paredes y techos con alrededor de 80 murales. Duró 11 años, hasta que todas las paredes y techos estuvieron pintados con escenas de la vida europea, ángeles y paisajes del Guadalajara de aquel tiempo.
El entonces propietario vendió la parte de atrás y pasó la casa principal, como la conocemos hoy, a su hermano Miguel. Entonces sirvió como lechería, y las vacas pasaron por la puerta principal del exclusivo y precioso edificio para llegar al patio de atrás, por lo que la gente le dio el nombre del Palacio de las vacas, como se le llama ahora.
Hoy no se puede afirmar con certeza quién tuvo la posesión y qué utilidad ha tenido a través del tiempo. Fue lechería, primaria, secundaria, tapicería, carpintería e incluso burdel. Tal vez hospital y kinder. No hay casi ningún documento escrito sobre la historia de este inmueble, y quedan muchos misterios por resolver.
En la segunda mitad del siglo XX, la entonces dueña del edificio quería tumbarlo y establecer un estacionamiento, lo que el ayuntamiento, por fortuna, no le permitió. Luego puso cemento en el techo para llevar a cabo sus planes, lo que destruyó parte de los murales del primer piso. Cuando sus intentos no tuvieron éxito, vendió la casa a Alexandria Muir, una señora de San Francisco, California (EU), que nunca vivió allí. Así, ésta experimentó el abandono de los años. Fue víctima de vandalismo: el graffiti se mezcló con los murales.
Muir puso el inmueble en venta, y en 1998 el dueño actual, John A. Davis, de Georgia, Atlanta (EU), compró la casa que había admirado desde hacía tres años, desde que por primera vez la vio. Vendió toda su colección de joyería para comprarla.
Davis dice que muchas personas preguntan si hay fantasmas en la casa. Nunca ha visto uno, responde. Pero en una ocasión dos señoras tomaron fotos, y en una de éstas apareció una niña vestida con traje del siglo XIX.
Lo que Davis quiere es “conservar la casa hasta que llegue alguien que tenga la capacidad financiera para restaurarla completamente”.
Escher Julia (25/06/2007) «El palacio de las Vacas, Edificio por Develar» La Gaceta Universitaria - Universidad de Guadalajara (487) Suplemento 02 p.3
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